La historia del pequeño Jacinto

 

Relato real

Jacinto es un niño que, sin saberlo, tuvo un encuentro con lo desconocido.



Los padres de Jacinto vivían en un pueblo pequeño, que con el tiempo fue creciendo y que tenía una sola escuela que estaba al final del pueblo.



El pueblo se formaba por un puñito de casas, la escuela primaria, una pequeña parroquia, una pequeña cancha de futbol, no tenía plaza principal, pero la iglesia tenía un pequeño jardincito, donde la gente se reunía para platicar y alrededor del pueblo había casas un poco más retiradas que tenían parcelas. Y más allá se encontraba el panteón.


Jacinto era un niño como de 10 años, que vivía en una humilde casita con sus padres, la casa de Jacinto se encontraba como medio kilómetro más allá del panteón.



Los padres de Jacinto eran gente de campo, trabajaban su propia tierra desde que amanecía hasta que anochecía.



El pequeño Jacinto empezó a ir a la escuela, tenía que caminar solo, ya que sus padres no podían acompañarlo, tenían que trabajar. Así que Jacinto tenía que cruzar el panteón para llegar a la escuela.



Un día mientras caminaba hacia la escuela, el pequeño Jacinto iba solo en ese camino, y de la nada empezó a sentir miedo; porque siempre había escuchado que en los panteones asustaban. Un día de tantos, vio a otro niño, que le dijo:



Ey ¿tienes miedo? Y Jacinto que traía una mochilita, le dijo… si poquito.



Yo te acompaño para que no te de miedo, le dijo el otro niño, que estaba más grandecito que Jacinto, probablemente era un niño como de 13 años.



Si quieres yo te llevo, nos vamos juntos y Jacinto dijo, si, y empezaron a caminar uno al lado del otro y en silencio.



Cuando iban llegando a la escuela el niño se quedaba parado, y Jacinto caminaba unos pasos más y entraba.



Todos los días pasaba lo mismo, de ida y de vuelta, cuando Jacinto salía de la escuela, ya lo estaba esperando el niño parado y le preguntaba, ¿tienes miedo?, Jacinto respondía, si, poquito, y se iban caminando.



Así pasaron algunas semanas, a veces platicaban poco, otras veces solo respondían o un sí, o un no.



Un día de tantos, la maestra se empezó a dar cuenta, que Jacinto siempre llegaba acompañado, y pensó que a lo mejor se trataba de un primo o un hermano que ella no conocía, porque ella no era del pueblo, ella venía de otra ranchería a dar clases a ese pueblo.



Entonces la maestra notó que el niño que acompañaba a Jacinto, siempre se quedaba parado en la misma esquina, y Jacinto seguía caminando, la maestra pensó que se trataba de alguien que acompañaba a Jacinto, para que no se fuera solo.



Y un día la maestra cayó en cuenta, que el niño tenía toda la edad para estar en la escuela, Así que la maestra vio su reloj, y pensó, hoy voy a esperar aquí a Jacinto, y le voy a preguntar al niño que viene con él, ¿por qué no viene a la escuela?



Entonces llega Jacinto con el niño como todos los días, el niño se queda parado en la esquina, y Jacinto corre a la escuela, y cuando llega con la maestra le toca la cabecita y entra.



La maestra sale, y le grita al niño, ¡oye, niño!, el niño se queda parado con los ojos pelados y la maestra le pregunta, ¿tú no vienes a la escuela? Y el niño se le queda viendo y le mueve la cabeza como diciendo que no.



¿Eres hermano de Jacinto? Preguntó la maestra, y el niño vuelve a mover la cabeza en señal de no.



¿O nada más lo acompañas? Vuelve a preguntar la maestra, y el niño no habla, solo le mueve la cabeza hacia arriba, y hacia abajo en señal de sí.



¿Lo acompañas porque tiene miedo? Porque la maestra sabe que Jacinto tiene que cruzar el panteón, y el niño le dice que sí, nuevamente, moviendo la cabeza.



¿Y tú tienes miedo por Jacinto? Y el niño le contesta que sí, con la cabeza nada más.



¿Tienes miedo que le pase algo? Y el niño le dice que sí, moviendo la cabeza.



¿Qué miedo tienes que le pase? Y el niño contesta, …que lo mate un caballo como me mató a mí.

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