¿QUE VEN LOS QUE SE AHORCAN?


Cuando tenía 7 años mi tío se quitó la vida, era muy chico y no comprendía por qué esas personas lo hacían, me preguntaba qué tan grande era su tristeza para cometer un crimen contra sí mismos. Conforme iba creciendo veía en los periódicos fotografías de personas que se ahorcaban, todas ellas con una posición en particular, arrodillados, cabizbajos por la tensión de la soga y algunos con rasguños en el cuello.


No lo entendí hasta que un día otro de mis tíos hablaron de un amigo muy cercano, cuyo hermano se había suicidado ahorcándose, provocando que se hiciera las mismas preguntas que un día me hice; sentía una profunda tristeza por la pérdida de su “carnal” —como él le decía— que una tarde después de no encontrar respuestas decidió buscarlas, ¿cómo? Haría exactamente lo que su hermano hizo.


Comenzó afilando su machete, le sacó todo el que pudo y le dijo a su esposa:

—Ahorita, voy a saber por qué se ahorca? Cuando veas que me estoy muriendo y que ya no puedo más, agarras el machete y cortas la soga.

Su esposa no daba crédito a lo que oía, lo tachó de loco, pues no pensó que realmente lo haría y salió de la habitación.


Esa noche, tomó la soga de su hamaca, la ató a su cuello, y se ahorcó, su esposa milagrosamente entró al cuarto, justamente cuando él estaba por morirse, sin pensarlo fue por el machete e hizo lo que horas antes él le pidió, en cuanto lo hizo salió a pedir ayuda.


Tiempo después tomó valor para contarle a mi tío lo que vio, con un terror que le invadía la mirada.

Él dice, que segundos después de atarte la soga al cuello y proseguir, empiezas a sofocarte y te arrepientes de hacerlo, pero llega el diablo con dos costales de oro, extremadamente pesados, uno en cada mano y se monta en tu cuello con un pie en cada hombro y comienza a saltar hasta que pierdes la consciencia.


Su esposa, por su parte, relató que al cortar la soga salió corriendo porque sintió que algo la perseguía como un perro rabioso.


Él, desde entonces, cree que la gente puede tomar la iniciativa de arrebatarse la vida, tener el valor de enrollarse la soga al cuello, pero cuando sienten que el aire ya no es suficiente es cuando posiblemente se arrepienten, en el desespero se rasguñan el cuello con el único fin de quitarse lo que lo obstruye y tal vez puedan desistir de la decisión, pero llega el diablo y termina con lo que empezaste; también dice que como ya vio lo que pasa, el maligno no tardará y vendrá por él.

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